miércoles, 24 de enero de 2018

Con un bebé y sin Navidad

Mi hija nació poco antes de Navidad y eso hizo que no me enterara de las fiestas. Bueno, ni yo ni tampoco mi chico que estuvo conmigo todos esos días. La cuestión fue que pasaban los días y solo teníamos ojos para nuestra pequeña. Que estuviera bien, ir a los controles natales programados y descansar. Como la niña nació por la mañana no pudimos dormir en toda esa noche que me la pasé con contracciones, pero es que al siguiente día en el hospital tampoco pegamos ojo porque la peque se atragantaba con su propia saliva. Así que al llegar a casa, dos días después, yo me dormía por los rincones, casi a la vez que ella, mientras era mi chico el que se encargaba de limpiar y hacer la comida.  

Comenzábamos las fiestas con mucho cansancio, sueño, y un recién nacido del que cuidar y que había venido sin libro de instrucciones.

Compras de Navidad y Reyes Magos
Fuimos previsores porque saliendo de cuentas en estas fechas de navidad no queríamos dejar nada para el último momento, así que ya en noviembre comenzamos a hacer las compras de los regalos para poner debajo del árbol. No lo disfrutamos como cuando se sale a comprar con las calles adornadas y llenas de luces, y además no pudimos pasear ni mirar demasiadas tiendas por culpa de mi gran dolor de ciatica el último mes de embarazo, así que se convirtió más en un deber que en un placer. 
También nos habíamos afanado en tener decorada la casa con adornos navideños desde bastante tiempo atrás, pero como aún quedaba bastante para las fiestas, no lo disfrutamos demasiado.

Nochebuena y Navidad
Ya teníamos hablado con la familia de mi chico y con la mía, que como yo salía de cuentas el 23 de diciembre (según el ginecólogo el 27), no prepararíamos la cena de nochebuena este año. Pero tampoco pensábamos ir a casa de nadie a cenar si es que la niña nacía poco antes del 25, porque o bien nos pillaría en el hospital o bien sería un bebé tan pequeñito que no era ocasión de tenerlo de aquí para allá con tanto jaleo como se monta en este tipo de cenas familiares. 

Al final E. nació el 19 de diciembre, lo que conllevaba que tendría tan solo 5 días en nochebuena y decidimos cenar los dos solos en casa. Mi chico fue a comprar al supermercado para preparar una suculenta cena para nosotros, igual que si estuviéramos con más gente. Unas cosas las cocinaría él y otras yo, haríamos turnos en la cocina y cuidando a la pequeña, pero ahí es donde comenzó el caos de las fiestas de navidad. La niña se despertaba cada poco queriendo mamar y como estaba con lactancia materna, se hacía caquitas cada vez que comía, así que había que cambiarla también. Éramos primerizos e inexpertos y por eso queríamos estar los dos a la hora del cambio del pañal. Si lloraba un poco, nos preocupábamos ambos, y solo si comía estábamos tranquilos, yo dándole el pecho y mi chico cocinando. Al final  hicimos un montón de cosas ricas para cenar, pero como tuvimos que hacerlo a turnos y con pausas, acabamos cenando a las once de la noche, en pijama, y yo con la niña al pecho, como no podía ser de otra manera.

No fue una nochebuena al uso. Estábamos solos y eso se hacía raro para los dos porque ambos estábamos acostumbrados a celebrarlo siempre con las familias respectivas. Al terminar la cena no hubo juegos de cartas, no hubo tele... solo recoger, ducha y a la cama. Un aburrimiento.

Paseos
Ya se me había quitado por completo el dolor de ciática y de espalda tres días antes de dar a luz, así que me encontraba mucho mejor, pero el cansancio de varias noches sin dormir, la incomodidad de las compresas tocológicas después del parto, las molestias en el suelo pélvico... todo eso no me dejaba disfrutar de salir a pasear con mi chico y nuestro bebé. Además hacía mucho frío y tampoco era necesario que a la pequeña le diera el aire más de lo que ya le daba por tenerla que llevar al pediatra, al ambulatorio, y demás controles. Y por si no fuera poco ella mamaba cada hora u hora y media de día, así que no disponíamos de mucho tiempo para entretenernos, pues yo era madre primeriza y nunca había vivido de cerca la lactancia materna, así que me daba mucho apuro dar de mamar en público, e intentaba evitarlo.

Nochevieja y Año nuevo
Para Nochevieja la niña ya tenía 12 días y tanto mi chico como yo ya nos habíamos acostumbrado a vivir con un bebé. La lactancia materna estaba marchando muy bien y mi chico se apañaba perfectamente con las comidas y demás cosas de la casa, así que preparamos una cena con su familia en nuestra casa para comernos todos juntos las uvas e intentar vivir un poco la Navidad que estaba brillando por su ausencia en nuestras vidas.

¿Que si lo conseguimos? No, no conseguimos disfrutar del todo de la cena. Estábamos pendientes de la pequeña en cada momento, e incluso reconozco que a mi no me acababa de gustar mucho ver cómo se la pasaban de unos a otros. Todos eran muy cariñosos y cuidadosos, pero aún tenía mucho miedo de que alguien le tosiera en la carita, de que se contagiara de algo, de que la tocaran con las manos sucias, o de que le dieran un beso en la cara. Podríamos llamarlo "fobia ridícula" pero en mi caso yo lo veía más como "miedo razonable". Además me tocó darle el pecho en varias ocasiones durante la cena e incluso tomándome las uvas, y casi puedo decir que esa fue la primera vez que lo hice en "público", intentando que el padre de mi chico y su sobrino no me vieran el pecho... jajaja, yo que nunca antes había hecho topless. Pues eso, que no lo disfruté.



Día de Reyes
Las fiestas ya se terminaban y nosotros ya teníamos los regalos debajo del árbol. No hubo nada de especial este día. Hasta mi chico compró roscón de reyes para mí, por ser unos de mis postres preferidos, pero no me supo como otras veces, no me gustó, y lo dejé casi entero sin comer.



A día de hoy aún comentamos entre nosotros que este fue el año que no tuvimos Navidad. Estuvimos más pendientes de nuestro recién llegado bebé que de disfrutar del ambiente navideño de nuestra ciudad. Íbamos a todas partes preocupados por la salud de nuestra pequeña, pero no nos fijábamos que estábamos rodeados de ambiente navideño, de luces, de música... Solo nos veíamos a nosotros, intentando disfrutar de nuestra hija sin hacer caso al resto del mundo. Y no lo hicimos a propósito, porque lo que sucede en estos casos es que el bebé lo ocupa todo de verdad. Lo llena tanto todo, y es todo tan agotador, que no tienes ni fuerzas para otras cosas.

Así que no, un bebé que nace a finales de diciembre no es el mejor regalo de Navidad, porque sí que es el mejor regalo pero Navidad? Qué es eso?

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