jueves, 29 de noviembre de 2018

Trauma infantil llamado "respeto a los demás" (2da parte)

Como dije al principio del post anterior (Trauma infantil llamado "respeto a los demás" 1ra parte) siempre pensé que pegaría a mis hijos y que los educaría igual de bien que mi madre me educó a mi. A día de hoy me retracto de mis palabras y reconozco haberme equivocado en mi opinión con los niños. Creo que todos los humanos merecemos el respeto de los demás, más si cabe si viene de nuestra familia. Los niños merecen respeto por parte de sus padres, y estos no tienen derecho alguno a infringirles daño solo por estar a su cargo y "ser de ellos".


Que los niños desobedecen? 

Pues claro, ellos nos hacen caso cuando quieren, sobre todo cuando son muy pequeños, pero no podemos pedirles obediencia sin más. Son personas humanas, han nacido con una inteligencia que solo saben usar para sobrevivir, el resto para ellos es juego y diversión. No se puede pedir a un niño que haga algo "porque sí" pues ni ellos mismo actúan bajo esa premisa. Los niños hacen o deshacen porque quieren experimentar, porque les gusta, por hacer gracia, para aprender... pero no para hacernos enfadar o para hacer enfadar a otro niño. Nosotros "obedecemos" a nuestros superiores en el trabajo, o las normas de tráfico y de circulación (y no siempre) porque sabemos que detrás de la no obediencia puede haber consecuencias graves como un trabajo mal hecho o un accidente. Pero si en algún caso alguna norma de obediencia está en contra de nuestros principios intentamos enfrentarnos a ella, nos oponemos esperando comprensión, o al menos aceptación, sinque por ello recibamos una bofetada o un azote, pues en ese caso sería violencia.

Que los niños no saben comportarse? 

Sí saben, se comportan como niños! Ya irán aprendiendo que en la sociedad hay unas normas de convivencia que es mejor seguir para que todos estemos más contentos: silencio en las bibliotecas, no gritar en espacios públicos, no correr entre la gente de la calle, no tirar cosas al suelo, no mover los objetos de sitio si no estamos en nuestra casa... Pero necesitan tiempo para aprenderlo. Son normas que hemos puesto los adultos, que no están escritas en ningún sitio y que no se suelen seguir en casa, así que las irán conociendo a medida que sus padres vean que no las conocen y por tanto las incumplen. Pero claro, ante todo debemos de ser nosotros los que prediquemos con el ejemplo, en todas las ocasiones, porque los niños no saben de excepciones (no entenderán por qué no se tiran cosas al suelo si un día vieron a su tío tirar el envoltorio de un chicle). Y si es la primera vez que ven un árbol de navidad gigante en un centro comercial y van a coger los adornos no debemos reñirlos, sino apartarles y decirles que no. Y si inmediatamente después vuelven a por ellos, debemos comprender que es que les llama muchísimo la atención, no lo pueden evitar, dejemos que lo hagan pues a nuetstro lado y con cuidado, pero no debemos pegarles o gritarles y llamarles desobedientes o malos. Es como si vamos con nuestra pareja por la calle y se queda embobada en un escaparate y le decimos, "vamos que llegamos tarde" pero no quiere moverse de allí porque ha visto algo que le encanta, que le ha llamado la atención y decide entrar para hacerse fotos con ese producto que le ha encandilado... Entramos detrás de nuestra pareja a reñirla y pegarle por hacernos lleagar tarde y quedar en ridículo? No, porque sería violencia.

Que los niños son malos? 

No debemos creer en la maldad de los niños que nunca antes han estado rodeados de ella, porque si no la han conocido, si no la han experimentado lo más seguro es que no sepan ni lo que es hacer algo con maldad, eso se aprende. Y eso se ve claramente en los niños que no van a la guardería y que nunca les han pegado, o aquellos que sus padres, tutores o cuidadores se toman siempre muchas molestias en intentar que entiendan las cosas de la mejor forma posible y siempre con mucho cariño, porque estos niños llevan una inocencia en su forma de ser que parecen más tontos que los demás, pero no es que sean tontos, sino que no conocen la maldad. Tienen picardía, pero no la utilizan para hacer enfadar s a sus padres o hacer llorar a otro niño, no al menos voluntariamente y a conciencia. De hecho, no creo que exista niño pequeño (entre 1 y 3 años) que le guste ver llorar a otra persona o a otro niño.

Por qué pegamos a los niños?

Hoy sé que si pegamos es por nuestra propia rabia, porque somos nosotros los que nos sentimos mal, no porque la otra persona se lo merezca, pues creo que un hijo nunca se merece que le hagamos daño. He visto cómo unos amigos pegaban a su hija de dos años por coger las figuritas de porcelana que había en el mueble de su casa, figuritas que estaban allí desde antes de que ella naciera. Sí, la riñeron y pegaron unos buenos azotes en el culo acompañados de zarandeo, posiblemente porque ya en otra ocasión había roto algo, no lo sé,  pero debía aprender que eso no se coge. Y digo yo, no habría sido más fácil cambiar las cosas de lugar y poner a su altura solo aquello que la peque pudiera coger o tocar sin problema? De mayor ya sabrá perfectamente que la porcelana y el cristal se rompen, pero es que aún así no creo que más adelante tenga ninguna necesidad de coger esas cosas, seguro que no serán de su interés. Sé que mi madre me pegaba porque le ponía de los nervios cómo lloraba o que me estuviera quejando siempre de mi hermana que me chinchaba y me pegaba (sí, he recibido muchas veces de mi hermana y después de mi madre por quejarme tanto), y es que para ella siempre fue la débil y yo la fuerte, no sé bien por qué, pues a día de hoy aún cree en ello, por eso cuando reñíamos a mi me pegaba y a ella le hablaba para que comprendiera que no debíamos comportarnos así. Le dolía en el alma que rompiera los pantalones y no poderme llevar nunca vestida con unos sin remendar. Pero aún le molestaba más, estoy segura, que aunque me pegara con la zapatilla volvía siempre a caer en el mismo comportamiento, llorar cuando me peleaba con mi hermana e ir corriendo a todos lados. Alguien le tenía que haber dicho que tal vez yo también era débil, que todo me afectaba mucho y que lo que necesitaba era ropa barata para ir al cole y salir a jugar y un abrazo muy fuerte cuando mi hermana me chinchara. Pero ahora ya es tarde, y tarde será para los padres que ya hayan pegado varias veces a sus hijos, pues el daño ya está hecho. Pero siempre se pude dejar de hacer y pedir perdón.

Pedir perdón

Eso que tanto intentamos inculcar a los niños y que tan mal se nos da hacer a los adultos es pedir perdón. Yo nunca ví arrepentimiento en la cara de mi madre cuando me pegaba. Ya he dicho que nunca fue tanto como para asociarlo a malos tratos en mi opinión (* la única vez que realmente sentí que me dio una paliza la cuento al final del post), y jamás me pidió perdón por ello. No sé si es algo general de los padres o solo de mi familia, pero con el tiempo yo aprendí a pedir disculpas. Si algo me diferenciaba de ellos es que por cada uno de mis actos que les hacía enfadar o disgustaba yo sentía una pena muy grande y creía estar en deuda con ellos. A mi hija de menos de dos años ya le he llegado a pedir perdón un par de veces por enfadarme (y eso que solo pegué un grito y nada más, pero con ello la hice llorar, y me sentí avergonzada y tan disgustada como ella). No negaré que puede que un día se me escape una bofetada, o un azote, seguro que algún día no podré contenerme, estaré tan cansada, agobiada y además sola, sin que nadie me pueda relevar, que por mucho que intente evitarlo caeré en la maldición de que todo padre algún día pegó a su hijo, pues hasta mi propio padre lo hizo, como conté en el post anterior, una única vez, la única que no sentí tanto dolor físico como psicológico y la única vez que no lloré. Intentaré contar hasta 10 siempre que me estrese, intentaré estar ocupada, irme de la habitación donde esté surgiendo el conflicto e intentaré que eso no suceda, pero lo que sí que puedo asegurar es que si pasa me sentiré fatal y pediré perdón a mi hija por ello, al igual que si se me fuera la mano con otra persona.

Esto no quiere decir que el pegar a nuestros hijos esté justificado y baste con pedirles perdón después. No debemos pegar a nuestros hijos bajo ningún concepto, porque si tenemos esa "necesidad" el problema es nuestro que no somos capaces de aguantar, no de ellos. No hay ningún acto de nuestros seres queridos que justifique el que  les peguemos, y qué son nuestros hijos sino los seres que más amamos en el mundo? Pues eso, pidámosles perdón cada vez que que les hacemos daño, cada vez que se llevan un disgusto por nuestro enfado. Pidamos perdón y ellos se sentirán también  con ganas de abrazarnos y darnos un beso para pedir disculpas por habernos hecho enfadar, como en cualquier relación de pareja que se precie de ser comprensiva y amorosa.

Libro "Bésame mucho" de Carlos González

Debo dar las gracias a Carlos González por haber escrito el libro "Bésame mucho" y haber conseguido que me diera cuenta  poco a poco de que en el fondo sí que tengo una herida, y que realmente el que mi madre me pegara influyó en mi vida, y seguirá influyendo, porque mi carácter fue tocado de forma violenta, dosificada, sin llegar a asumirlo como malos tratos, y sin llegar a generar en mi un sentimiento de odio hacia el mundo que hiciera que yo fuera otra madre con zapatilla en mano o que despreciara a  mis padres por ello. Porque aún así, les quiero, sobre todo a mi madre, la quiero muchísimo.

No puedo explicar lo que he llorado leyendo este libro. No puedo explicar la de veces que he tenido que dejar de leer y cerrar los ojos para recordar momentos de mi niñez, en esas veces que mi madre me pegaba una sola bofetada merecida y que a día de hoy no recuerdo por qué había sido y por ende no creo que fuera educativa en el respeto a los demás.

Hay una fragmento del libro de Carlos González con la que me siento muy identificada:

"El niño crece con la necesidad de justificar a sus padres. Los hijos quieren a sus padres con locura y sienten la obligación de justificarlos. Todo lo que hicieron mis padres, bien hecho estuvo. Si yo no pego a mis hijos, es como si les pasase por la cara a mis padres que hicieron mal en pegarme a mí."

Cierto Carlos, esa era la sensación que siempre tuve yo y creo que a lo largo de lo que he escrito se refleja, y es por eso que nunca hablaré de este tema con mi madre, nunca le diré lo mal que me hace sentir pensar que a mi me pegaba más que a mi hermana, siendo yo una niña buena que nunca me metía con nadie. Y por ello, para que no se sienta mal, que es una persona mayor, y por respeto a ella, no dejaré que lea esto nunca.


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